"En resumidas cuentas, un disco que reclamaba a gritos desde hace mucho tiempo el maltratado barroco hispano. Decir que es recomendable se me antoja poco; lo justo es decir que es imprescindible."
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Juventud, divino tesoro”, escribió el poeta Rubén Darío. La frase se puede utilizar para resumir lo que es este disco, el segundo que graba el grupo asturiano
Forma Antiqva. Tienen ante ustedes los que es la interpretación barroca española de última generación, pues instrumentistas y cantantes no han superado, en su práctica totalidad, los treinta años. Son, si me lo permiten, insultantemente jóvenes. Jóvenes, sí, pero, como decía aquel célebre anuncio de una marca automovilística, suficientemente preparados, o sea, JASPs. Acaso sea éstá la más rotunda constatación de que, tras muchos años de travesía por el desierto, ya nos podemos medir de igual a igual con el resto de Europa.
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Insólito estupor”, que así se titula el disco, no responde, en contra de lo que la norma habitual en este repertorio, al inicio de un texto de una obra concreta. “
Insólito estupor” es, como explica Carlos Martínez Gil en las notas informativas, el inesperado sentimiento que tuvieron quienes participaron en esta grabación cuando hicieron sonar estas piezas por primera vez en la iglesia de San Miguel, en la oscense localidad de Alquézar. E “
Insólito estupor” es lo que hemos experimentado nosotros al escucharlo por primera vez, pues más allá de que nos encontremos ante un interpretación sobresaliente en todos los aspectos, la música que contiene es de una deslumbrante belleza.
¿Qué nexo de unión tiene estas obras, cronológicamente situadas en la primera mitad del siglo XVIII? Ninguno, salvo que pertenecen a autores hispanos, entendiéndose por hispanos los que nacieron en la península, los que nacieron en los territorios coloniales de América (que en el disco son mayoría) y los que, como el milanés Roque Ceruti, fueron hispanizados. La única pretensión a la hora de seleccionarlas ha sido la de hacer disfrutar al oyente con una hermosísima música inédita discográficamente hablando o, en el mejor de los casos, desconocidísima para el gran público.
Hallamos aquí casi todos los géneros vocales típicos del barroco hispano (cantadas, villancicos y sainetes), además de una pieza instrumental anónima, la
Batalla Famosa, extraída del
Ramillete oloroso: suabes flores de música para órgano (1709), de Antonio Martín y Coll. Alguna de ellas (la cantada
Ah del gozo, del novogranadino José de Orejón y Velasco; la opera-serenata
Venid, venid Deydades, del también novogranadino Fray Esteban Ponce de León, y el villancico
Ah del gozo, del antes mencionado Ceruti) ya fueron incluidas hace unos años en un registro de los
Chemins du Baroque, del sello K617, por el
Ensamble Louis Berger, el cual, pese a lograr entonces una convicente interpretación, dista mucho del grado de excelencia alcanzado ahora por
Forma Antiqva. Con ser todo el contenido del disco de sumo interés, destaco el recitado y el aria
¿Qué es esto vengativa ardiente saña?, del bilbilitano José de Nebra, conservada en el Archivo del Museo Histórico Nacional,de Montevideo, si bien parece que su procedencia genuina es el Oratorio de San Felipe Neri de Sucre (Nebra fue un músico de lo más popular en los territorios hispanoamericanos), además, por supuesto, de esa
Batalla Famosa que pone los pelos como escarpias.
Forma Antiqva es un grupo que se formó en 1998 en plena cuenca minera asturiana, en Sama de Langreo, de tan escasa tradición en lo que a la llamada música clásica respecta. Aquel hito fue debido a la familia Zapico-Braña, a cuyos tres hijos (Aarón, clave, y los gemelos Daniel, tiorba, y Pablo, guitarra) se les metió en la mollera que tenían que hacer carrera en un campo tan difícil como en el de la interpretación historicista. Hoy, nueve años después, contemplamos con satisfacción los generosos frutos de los grandes esfuerzos realizados. En torno a los hermanos Zapico, se agrupan en esta grabación algunos de los nombres con más futuro de la música antigua española: Lluís Coll (corneta), Alejandro Villar (flauta de pico), Joaquim Guerra (bajón), Chus Castro (violin), Antonio Clares (viola), Urko Larrañaga (violoncelo) o Enrike Solinís (cuerda pulsada).
Mención especial merece el cuarteto vocal, formado por las sopranos Mariví Blasco y Olalla Alemán, el contratenor Xavier Sabata y el tenor Juan Sancho. De estos dos, baste con decir que han sido seleccionados, en los dos últimos años, por William Christie para su
Jardin des Voix, lo que equivale a decir que estamos ante dos de las mejores voces jóvenes que han surgido en los últimos años en toda Europa. Ellos están espléndidos (asusta la implacable seguridad del sevillano Sancho e impresiona la capacidad de seducción del catalán Sabata), pero en modo alguno le van a la zaga sus dos compañeras, en especial Blasco, la cual tiene una intervención de ensueño en el aria de Nebra. En resumidas cuentas, un disco que reclamaba a gritos desde hace mucho tiempo el maltratado barroco hispano. Decir que es recomendable se me antoja poco; lo justo es decir que es imprescindible.