"El dominio instrumental de todos los miembros del grupo Forma Antiqva, su adecuada manera de entender las piezas que interpretaron y sobre todo, una expresividad que aunó pasión, juventud y frescura, hicieron aún más evidente su calidad."
El dominio instrumental de todos los miembros del grupo
Forma Antiqva, su adecuada manera de entender las piezas que interpretaron y sobre todo, una expresividad que aunó pasión, juventud y frescura, hicieron aún más evidente su calidad.
Forma Antiqva abrió su concierto con la
Canzon La cattarina de Merula, con la formación instrumental al completo. La violinista Esther Buendia, con un arco magnífico, perfecta afinación y demostrando un dominio y una seguridad impresionantes, dialogó con un Urko Larrañaga al violoncello que tampoco se quedó atrás en cuanto a cualidades. Tanto en su ejecución de esta obra como en todo el concierto, el violoncelista demostró manejarse igualmente bien en los pasajes rápidos más endiablados y ornamentados que en las frases más lentas, que ofreció con gran sensibilidad respetando siempre el estilo. Si la violinista y el violoncelista formaron un perfecto tándem instrumental, su trabajo no habría sido tan brillante si no hubiera encontrado un buen soporte en sus compañeros Enrique Solinís, Daniel Zapico y Aarón Zapico al clave.
El repertorio estuvo tan bien escogido como interpretado, con momentos casi salvajes mostrados con acordes muy marcados en la guitarra y con una fuerza y carácter excepcionales en la violinista. Todo el programa, muy bien interpretado, fue más hermoso aún en el entorno del Convento de Santa Cruz, con una acústica apropiada para disfrutar de este tipo de música.