"Estamos ante una aportación extraordinaria al conocimiento de nuestro barroco musical."
La recuperación del patrimonio musical hispano, el de la península e islas y el de la América que habla español, está siendo de un tiempo a esta parte rápida e intensa. Aquello de que en nuestra música histórica apenas nos habíamos sumergido más allá de los tobillos empieza a ser una verdad a medias. Es cierto que la música hispana es un mar que desborda los archivos de muchas catedrales, la mayor parte ya catalogados, pero poco a poco se van dando a conocer a través de innumerables conciertos y grabaciones. El sello Arsis, con sede en Huesca, ha venido incidiendo en el período barroco y nos está ofreciendo excelentes registros de grupos españoles, en muchas ocasiones tocando barroco internacional. Aparece ahora una cuidada grabación del grupo asturiano
Forma Antiqva, que recibe por sus méritos al apoyo del gobierno del Principado y cuyo fundador -que dirige desde un clave flamenco fabricado en París por Reinhard von Nagel- es el maestro Aarón Zapico.
Forma Antiqva ha intervenido el pasado mes de diciembre en la parroquia de San Ildefonso de Madrid dentro del ciclo de las
Cantatas de Bach que viene desarrollándose desde hace cuatro años, con extraordinaria respuesta, en la capital española. Doy fe, como espectador aquella tarde, de la brillante prestación de
Forma Antiqva, que esa velada colaboró con el grupo
Nova Lux, el cual no hace mucho presentaba otro estupendo disco con obras del polifonista y eremita Michael Navarrus.
Buena parte de la música del CD que comentamos procede de archivos latinoamericanos, aunque hay también dos piezas extraídas de las recopilaciones de quien fuera organista en Alcalá de Henares y en San Francisco el Grande de Madrid, el reusense Antonio Martín y Coll; son éstas la
Xácara con la que de modo festivo se abre el disco, y la espléndida
Batalla famosa, en la que brilla el arte clavecinístico de Aarón Zapico. Las obras americanas son un reflejo de lo que fue musicalmente el barroco español en las catedrales, así como en el mundo cortesano virreinal, si bien en este caso a trevés de una ópera/serenata para celebrar el nombramiento del rector del Seminario de San Antonio Abad, Fernando Pérez de Oblitas, como obispo de Paraguay. El autor de esta ópera a cuatro voces (aquí las bien elegidas de Mariví Blasco, Olalla Alemán, Xavier Sabata y Juan Sancho) fue el fraile agustino Esteban Ponce de León, profesor un tiempo de Teología en la Universidad de San Marcos de Lima y, a partir de 1750, maestro de capilla en la Catedral de Cuzco. La ópera se titula
Venid, venid Deydades y es la pieza central del disco, con sus breves arias, ariosos, recitados, minuetos y coro final. El estilo italiano cultivado por el milanés Roque Ceruti, importante y culto maestro que desde España dio el salto al Perú acompañando al virrey Manuel de Oms, se plasma en su villancico con estribillo y coplas
A cantar un villancico, repleto ya de ese virtuosismo en lo vocal que le hizo alcanzar un enorme prestigio por toda América, aunque se le reprochara perjudicar la melodía con excesiva ornamentación y cuidado de lo armónico.
Dos importantes músicos españoles figuran también con obras de fuentes americanas. El primero es el gran José de Nebra, de quien se nos ofrece un recitativo y aria de la zarzuela
Viento es la dicha de amor en la que brilla la energía y la bravura de este maestro aragonés, una de las mayores figuras del barroco tardío en España. Bellísimo y muy en la tradición española es el villancico del navarro Matías Durango, maestro de capilla del siglo XVII que trabajó como arpista y tenor en la Catedral de Palencia, donde fue muy apreciado. Su obra traspasó el océano y llegó a Colombia y Guatemala.
El disco se cierra con el villancico
Ah del gozo del compositor limeño José de Orejón y Aparicio (1703-1765), presbítero en la Catedral de Lima, donde se formó como organista y contralto. Su estilo directo y sobrio reparó -según José del Campo- "
los descaminos de Ceruti en algún modo, y aprovechó tal cual rasgo de melodía que a éste se deslizaba". El villancico grabado en este disco se puede examinar en el Archivo del Museo Histórico Nacional de Montevideo. Se nos ofrecen muchos datos en los comentarios al disco a cargo del musicólogo toledano Carlos Martínez Gil (autor de un magnífico libro sobre el compositor barroco Jaume Casellas, maestro de capilla de la Catedral de Toledo) quien nos guía con sapiencia por las diferentes piezas y justifica el título del disco,
Insólito estupor, aunque ninguna obra comience con esas palabras. Estamos ante una aportación extraordinaria al conocimiento de nuestro barroco musical, aunque, por fortuna, esto ya no es tan insólito.