Notas al libreto
VIAGGIO IN ITALIA
Hay viajes que cambian una vida: todos lo sabemos, por experiencia propia o ajena. Haendel nunca habría sido el compositor que hoy conocemos sin su larguísima estancia en Italia en los años decisivos de su formación. “Un hombre que no ha estado en Italia es siempre consciente de una inferioridad al no haber visto aquello que se espera que ha de ver un hombre” (1), escribió Samuel Johnson. Con veintiún años recién cumplidos, Haendel puso rumbo a Italia, la “tierra donde florece el limonero” (2) que luego cantaría Goethe, el destino que había marcado y seguiría marcando a los hombres llegados de los fríos septentrionales. El compositor abandonaba Hamburgo de resultas de una invitación del Príncipe de Toscana, Gian Gastone de’ Medici, para visitar su tierra, ya que “no hay ningún país en el que un joven competente pueda sacar tanto provecho del tiempo que pase” (3) , al decir de Joseph Addison, y “donde [la música] se ha cultivado con tanta fortuna, y desde donde se ha provisto al resto de Europa no sólo de los compositores e intérpretes más eminentes, sino incluso de todas sus ideas en relación con todo aquello que es elegante y refinado en este arte” (4), como escribió Charles Burney en la introducción de su The Present State of Music in France and Italy.
Tras una primera, y obligada, escala en Florencia, Haendel llegaba a Roma a comienzos de 1707, como queda documentado en la entrada correspondiente al 14 de enero del diario de un contemporáneo, Francesco Valesio: “Ha llegado a esta ciudad un sajón, un excelentísimo tañedor de clave y de órgano, que hoy ha ofrecido una muestra de su destreza tocando el órgano en la iglesia de S. Giovanni [Laterano] causando el asombro de todos los presentes”. Hasta tres años permanecería Haendel en Italia, pasando también largos períodos en Florencia, Venecia y Nápoles, aunque fue en Roma donde realizaría más contactos y donde compondría el mayor número de obras: la aristocracia y los cardenales –con frecuencia una misma cosa– fueron sus mejores clientes, y alguno de ellos, como el cardenal Benedetto Pamphili, le dispensaron un trato de favor tal (recordemos el texto tan explícito de su cantata Hendel, non può mia musa, en que lo tilda de “maggior d’Orfeo”) que ha llegado a hablarse, con razón, de una clara atracción homoerótica por el compositor.
Handel llegó, pues, a Italia como un joven prometedor, ambicioso y rebosante de talento, y dejó el país como un compositor experimentado e impregnado ya para siempre de la luz y la vocalidad italianas. Algunas de las obras de gran formato nacidas en esos años decisivos de su formación (La Resurrezione, Dixit Dominus, Il trionfo del tempo e del disinganno, Aci, Polifemo e Galatea, Rodrigo...) son frecuentadas, en diversos grados, por los intérpretes, y más en este año de efemérides. Sus cantatas de cámara siguen siendo, sin embargo, las grandes desconocidas de una producción que tiene precisamente en estas páginas a uno de los bancos de pruebas predilectos del músico. La escritura vocal de Haendel, que lo llevaría a ser uno de los compositores más aclamados de la Europa de su tiempo, se forjó justamente en un género que le permitía, por un lado, establecer una relación de gran inmediatez con el texto y, por otro, experimentar e indagar con giros y propuestas armónicas inusuales en aras de reflejar musicalmente con precisión todo aquello que sugerían las palabras. Mientras tuvo necesidad de sus patronos aristócratas, tanto en Italia como posteriormente en Londres, Haendel compuso cantatas casi sin cesar para su interpretación en veladas privadas, hasta el punto de habernos legado más de un centenar. Cuando los triunfos le permitieron independizarse, y después de su simbólico traslado a Brook Street, dejó de componerlas, concentrando sus energías en la creación, primero, de óperas y, posteriormente, de oratorios. Haendel pasó de ser un compositor cortesano y palaciego a convertirse en un emprendedor empresario, lo que lo sitúa en las antípodas de sus dos estrictos contemporáneos Johann Sebastian Bach y Domenico Scarlatti.
Alrededor de sesenta de estas cantatas de cámara no tienen otro soporte instrumental que el continuo, otro indicador de que estas obras buscaban mucho más los pequeños detalles que sólo pueden percibirse en la intimidad que el esplendor del artificio. Son dos las principales fuentes contemporáneas de Haendel que preservan estas cantatas con bajo continuo: los manuscritos que forman parte de la famosa colección Santini, hoy en la Diözesanbibliothek de Münster, y la Legh Collection, actualmente en la Bodleian Library de Oxford. Las discrepancias entre una y otra, y entre ellas y fuentes secundarias, a veces para una tipología vocal diferente (contralto y soprano, como Lungi da me y Nel dolce tempo) enfrentan desde hace años a los especialistas, a veces hasta el punto de fechar en Italia o en Inglaterra, y con varios años de diferencia, una misma composición, una nueva muestra de que el Haendel “italiano” pervivió, tanto en revisiones como en obras originales, mucho más allá de su permanencia física en el país. Hay rasgos comunes en las cantatas nacidas en Italia (tres de las contenidas en este disco, por ejemplo, Clori degli occhi miei, Nel dolce tempo y Lungi da me tienen armaduras integradas únicamente por bemoles y empiezan sistemáticamente con un recitativo), mientras que las nacidas en Inglaterra presentan invariablemente la estructura aria-recitativo-aria (como Ho fuggito y Dolc’è pur d’amor l’affanno) y esquemas tonales mucho más arriesgados, unidos por regla general a la ausencia de armaduras: Dolc’è pur d’amor l’affanno empieza en Mi bemol mayor y concluye en Mi menor, y Ho fuggito pasa de La menor a Re mayor, en contraposición, por ejemplo, a Nel dolce tempo, que comienza y termina en idéntica tonalidad.
Este Haendel de tintes domésticos tiene que ser recreado necesariamente por un grupo reducido de músicos, a los que más que virtuosismo debe requerírseles buen entendimiento mutuo y máxima atención a una escritura casi minimalista y en la que nada es casual. Winter & Winter ha confiado la tarea a un grupo joven, Forma Antiqva, en lo que supone la primera colaboración del sello de Múnich con músicos españoles. La interpretación de la música antigua, a pesar de la enorme riqueza patrimonial del país y de excepciones demasiado aisladas, está teniendo un desarrollo muy lento en España, aún muy rezagada con respecto a sus vecinos europeos, pero Forma Antiqva constituye la constatación, y casi la punta de lanza, de que por fin las cosas podrían estar empezando a cambiar. La presencia de tres hermanos en Forma Antiqva recuerda inevitablemente a los Kuijken en Bélgica y, más cerca de su generación, a las tres hermanas Ashby en otro de los grandes grupos emergentes de la actualidad, Stile Antico. Pablo, Daniel y Aarón Zapico garantizan con su presencia un bajo continuo rico y flexible, bien temperado, tanto en recitativos como en arias, con infinidad de posibilidades tímbricas y facilidad para la improvisación, algo sin duda beneficioso en unas obras como estas cantatas haendelianas, que tienen en el continuo a uno de los dos únicos pilares que sostienen todo el edificio. Su sentido del color y su aproximación libre de prejuicios al arte de la transcripción (que el propio Haendel cultivó hasta la extenuación) dan lugar aquí a una versión mucho más luminosa y vívida de lo habitual del famoso primer movimiento del Concierto para órgano (o arpa) op. 6 núm. 4, con una prominente parte de continuo, y, sobre todo, a una versión reveladora del extraodinario Passacaille final de la Suite en Sol menor, escrito originalmente para clave y aquí confiado en su integridad a tres instrumentos de cuerda pulsada.
Esta primera apuesta española de Winter & Winter se completa con la presencia del joven cantante Xavier Sabata, otro feliz augurio de que España puede también producir, por fin,contratenores de características muy personales, y Sabata posee todo lo que requieren estas cantatas de Haendel: dicción, intención, pasión, afinación, concentración, convicción. Con él se rememora aquella época en que los sopranistas españoles disfrutaban de merecida fama en toda Europa, lo que hizo que muchos de ellos emprendieran también su particular “viaggio in Italia”.
Luis Gago
(1) "A man who has not been to Italy, is always conscious of an inferiority, from his not having seen what it is expected a man should see."
(2) “das Land wo die Zitronen blühn”.
(3) “There is certainly no Place in the World where a Man may travel with greater Pleasure and Advantage than in Italy,”
(4) “where it [music] has been cultivated with such success; and from whence the rest of Europe has been furnished, not only with the most eminent composers and performers, but even with all its ideas of whatever is elegant and refined in that art”.
"Amore x Amore" cuenta con el apoyo de:
Gobierno del Principado de Asturias - Consejería de Cultura y Turismo
Han colaborado en su grabación:
Fundació Auditori / Palau de Congressos - Girona
Institución Fernando El Católico
Luis Gago
Discos
Esplendor en la catedral de Oviedo
Highlights from Forma Antiqva recordings
Symphonies. Madrid, 1753
Forma Antiqva plays Spanish Baroque Dance Music
Ernst Reijseger | FORMA ANTIQVA | Aarón Zapico
Dúos de Agostino Steffani para soprano y contratenor
Arias de ópera desde Monteverdi hasta Mozart arregladas instrumentalmente por Aarón Zapico, Daniel Zapico y Pablo Zapico
Il Cimento dell’Armonia e dell’Inventione
The Contest between Harmony and Invention
Forma Antiqva plays Baroque Dance Music
Cantate à voce sola di soprano di Domenico Scarlatti
[agotado]
Villancicos, saynetes, cantadas... y una batalla
Música italiana del seicento
Grabación DVD de concierto en directo