"(...) cuando aún no nos hemos desprendido del magnífico sabor que entre los labios nos dejó su previo Handel de AmorexAmore, delicado e innovador al tiempo, ahora son las danzas barrocas las que nos seducen con su poesía, creatividad y espontaneidad."
En los Zapico ya nada debería sorprendernos. Y sin embargo, lo siguen logrando cada vez, en cada entrega. La segunda incursión de los hermanos asturianos en el lujoso sello Winter&Winter es tan deliciosa como la primera aunque, si se quiere, con un punto más de libertad que en ésta. Y es que, cuando aún no nos hemos desprendido del magnífico sabor que entre los labios nos dejó su previo Handel de AmorexAmore, delicado e innovador al tiempo, ahora son las danzas barrocas las que nos seducen con su poesía, creatividad y espontaneidad.
El repertorio, a base de piezas españolas e italianas de los siglos XVII y XVIII en sus más diversas formas (folías, chaconas, recercadas…), y que en principio fueron concebidas para instrumento solista (clave, guitarra o tiorba), se despereza casi con voluptuosidad, en unas lecturas inesperadas en dúos y tríos que parecen recién salidas de la cama, por lo despeinadas y frescas y luminosas, sin desechar cierta elegancia (la justa, para no estropear el guiso). Unas lecturas, además, que son únicas porque no se atienen a un corsé más o menos previsible, sino que son producto de la complicidad, de ese “sabio improvisar” de los Zapico que surge del conocimiento hondo de lo que se traen entre manos, y que las convierten en obras de arte tan vivas como irrepetibles, sorprendidas en un momento concreto que nunca volverá a producirse.
Es obvio que el entendimiento musical entre los tres hermanos es absoluto y así le luce el pelo de bien a este magnífico y gozoso trabajo, que se beneficia del concepto “familiar” que lo ha propiciado (los propios Zapico de algún modo bajo el estímulo ejemplar de los Caccini). En definitiva, un disco para disfrutar del mismo modo en que ha sido concebido: entre cómplices o amigos, en una velada en que se sabe cómo empieza todo pero no cómo termina.
Forma Antiqva plays Baroque Dance Music
Winter & Winter diciembre 2010
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A principios de 1600, La Cecchina, o Francesca Caccini, una mujer de carácter fiero y emprendedor, afronta sus primeras actividades musicales bajo el estandarte familiar de Concerto Caccini, junto con su padre, su madrastra, su hermana y su hermano. Persuadidos por esta sencilla iniciativa musical, los tres hermanos Zapico, Aarón, Pablo y Daniel, crean su particular programa Concerto Zapico con el mutuo empeño de explorar y ampliar sus posibilidades como músicos. El resultado es la mínima expresión de Forma Antiqva, un grupo que desde que lo crearan en 1998 les acompaña en toda su carrera profesional por buena parte del mundo y del que es su base instrumental. Ahora, esa naturaleza que siempre ha caracterizado el continuo de Forma Antiqva es la protagonista.