Concerto Zapico Vol. 2
Hispanica Lyra | 1 diciembre 2019
Es de todos conocido el grupo Forma Antiqva, un conjunto de música barroca de formación variable que reúne algunos de los mejores músicos del momento. Está formado alrededor de los tres hermanos Zapico, mosqueteros asturianos, que desde hace unos años nos deleitan con su original visión, entre otros, del repertorio español. Aunque su formación y proyección es internacional, sus primeros pasos se realizaron en su tierra, donde bajo la tutela de su padre fueron pioneros en el estudio de la Música Antigua. Posteriormente dos de sus componentes, Daniel y Pablo, cursaron sus estudios superiores con las máximas calificaciones en la Escuela Superior de Música de Catalunya con Xavier Díaz-Latorre. El grupo está considerado por la crítica como uno de los conjuntos más importantes de la música clásica en España. En 2007 los tres hermanos Zapico grabaron el primer registro de Concerto Zapico. Después de unos años de trabajo continuo nos ofrecen ahora este «Vol. 2».
En marzo del presente año se celebró la gala de entrega de los 11ª Premios MIN de la Música Independiente. En el apartado del Mejor álbum de música clásica el premio fue para el disco Concerto Zapico Vol. 2, del grupo Forma Antiqva.
Resulta difícil hacer una crítica musical hoy día, dado el alto nivel técnico que poseen la mayor parte de los intérpretes que a estas alturas se toman la molestia, a menudo por su cuenta y riesgo y sin gran beneficio económico, de dejar testimonio de su visión de una obra. Por un gran número de razones de toda índole -en las que no vamos a entrar ahora de ningún modo- está implícita la idea de que, si dejas un documento sonoro para la «Historia », lo que cuentas ha de ser o tener algo nuevo en su forma o en su contenido y esto es así en la mayor parte de los géneros, tanto en música culta como popular.
Pero no nos vayamos por las ramas, al margen de que Concerto Zapico haya conseguido este objetivo, su nuevo Vol.2 -con versiones de un repertorio concebido inicialmente solo para la guitarra barroca, chitarrone, violone, órgano o clavicémbalo- nos ofrece muy buena música y muy bien tocada, música de danza del Barroco Español interpretada con sus tres instrumentos en conjunto o a solo. No es ningún atrevimiento o una moda, sino más bien una práctica- la de la transcripción- que se remonta con mucho a la época en que estas piezas fueron creadas.
La dificultad de ponerle pegas al asunto no radica en que hagan «Xácaras» por bulerías, o añadan instrumentos anacrónicos de manera poco ortodoxa, (a lo cual por otra parte no tendría yo nada que objetar) sino más bien en que la calidad del producto aturde de tal manera que a uno le queda poco que decir. Pero echemos imaginación y un poco de atrevimiento.
Aunque la belleza de la mayoría de las obras elegidas está fuera de toda duda, uno se hace algunas preguntas: la primera de ellas se refiere a si dicho repertorio pierde o gana al ofrecerse en este formato. Pierde intimidad sin duda y gana fuerza, algo que parece hoy en día necesario para todo. Esto es fácil de entender en el mundo saturado de extremos en que vivimos. Pero en este caso la ampliación de plantilla instrumental, está totalmente justificada, no es una estrategia comercial ni una excusa para vender el mismo perro con un collar nuevo, los logros alcanzados hacen creíble el «experimento», aunque haya que perder algo de la sutileza de las versiones originales. Prueba de ello lo constituye que los cortes más logrados, son los interpretados a conjunto, siendo alguno a solo musicalmente prescindible, si no fuera por el alarde virtuosístico que conlleva su interpretación.
Cinco de las veinte piezas que aparecen en el disco pertenecen a Gaspar Sanz y aparecen en la Instrucción de música sobre la guitarra española, recopilada en tres libros (1674, 1675 y 1697). Esta obra muestra un compositor que domina todos los géneros y técnicas típicos para la guitarra a finales del siglo XVII. Interpretan entre otras unas «Marionas» con un perfecto control del tempo y un riguroso temple, a la vez relajante y reconfortante. ¿Qué necesidad de «Chill-Out» teniendo acceso a músicas como esta?. Esta Instrucción escrita por el autor, pretende ser también un tratado para la realización del bajo continuo (Sanz lo llama «sobre la parte»), lo cual ofrece a la agrupación una gran flexibilidad en la interpretación de las obras, que se lleva a cabo, añadiendo y extendiendo el ámbito del acompañamiento, lo que ha debido conllevar un trabajo no solo interpretativo sino creativo.
Otro de los autores elegidos en el disco es Santiago de Murcia, quizás los cortes que a mi parecer están más conseguidos, algunos como el «Cumbee» con una frescura casi «jazzística» que te lleva a levantarte de la silla, (se entiende perfectamente que uno de los probables antecesores de dicho ritmo, el «Chuchumbé», estuviese prohibido por el Santo Oficio). Las formas de las obras de Murcia están íntimamente ligadas a diversos géneros musicales, muchos de ellos conllevan un alto grado de interculturalidad, que se proyecta también en la colonización de la Nueva España. Así, culturas tan distantes como la amerindia, las africanas, la musulmana, la francesa o la itálica, se relacionan dando como resultado formas diversas como contradanzas francesas, suites, variaciones o estos «Cumbees». Siendo uno de los primeros músicos contratados por la nueva casa de los Borbones, la influencia de la música francesa e italiana no presenta duda alguna, aunque una posible estancia en México, no documentada hasta ahora, podría ser la clave para la inclusión en su repertorio de este y otro bailes.
Algunos autores que completan el disco son Giovanni Battista Vitali, con una transcripción de una de las primeras piezas concebidas para el violone como instrumento solista, (¿se escuchan armónicos antes de las primeras variaciones de la tiorba por otro lado fantásticas?) y Giovanni Girolamo Kapsberger, «Il tedesco della tiorba» (citado en el disco como «Kapsperger»). Otro de los autores que se repiten en este caso como editor es Antonio Martín y Coll, las piezas provienen de uno de los cuatro volúmenes de la llamada Flores de música, una recopilación, realizada entre 1706 y 1709, de cientos de piezas para teclado, casi todas ellas anónimas, aunque algunas atribuidas ya, a autores extranjeros como Corelli o Haendel, o españoles como Cabezón o Cabanilles que se conserva manuscrito en la Biblioteca Nacional de Madrid. Dado que una de ellas es una trepidante «Folia» digna de verse interpretada en directo -a destacar los virtuosos pasajes interpretados por el clavecinista- es posible que esta pertenezca al quinto volumen centrado en este famoso esquema armónico melódico.
Siguiendo con las cuestiones que se me plantean tras la audición del disco, me llamó la atención la alta calidad y calidez del sonido, y el hecho de que, a mi parecer, el volumen asignado a cada instrumento, variaba considerablemente de una pieza a otra, y en muchos casos no hacía justicia al volumen natural de los instrumentos. ¿Suena una guitarra barroca por encima de un clave?. Bien es verdad que no sólo la técnica de grabación e interpretativa ha evolucionado, también la construcción de instrumentos ha cambiado considerablemente, pero yo no puedo evitar tener una percepción algo artificial a este respecto desde el comienzo hasta el final de la obra. La siguiente cuestión se refiere al repertorio elegido y al formato . En una época en la que la interpretación con «criterios historicistas» o «históricamente informada» se ha vuelto más una religión que una tendencia, ¿no es momento quizás de plantearnos también una «audición» históricamente informada?. Si se busca reproducir instrumentos, estilos interpretativos, espacios geográficos, entornos acústicos... ¿no sería de esperar que también se intentara reproducir el contexto del oyente?. Me resulta difícil imaginar a un noble caballero del siglo XVII escuchando inmutable una hora de música instrumental basada en variaciones sobre un bajo dado sin hacer nada, y en completo silencio. A este respecto, este tipo de grabaciones centradas en un repertorio a solo instrumental, me hacen pensar más en el placer del ejecutante que en el del oyente, si bien el hecho de poder intercalar piezas a solo, dúo y trío con la aparición esporádica del órgano y la percusión, facilita la escucha considerablemente; a este respecto recomiendo como siempre, escuchar el disco por fragmentos y en modo aleatorio una vez que ya lo tenemos asimilado en el orden en que aparecen los temas, en estos casos el orden de los factores sí que altera el producto.
No quiero finalizar sin llamar la atención sobre la belleza intimista, contemporánea y atemporal del «Grabe» de Santiago de Murcia interpretado con un lirismo, pureza y un buen gusto que corta la respiración.
Poco más que añadir, la articulación es perfecta, aunque en algunas piezas a solo se eche de menos un mayor rango dinámico. La compenetración entre los músicos es fluida, desde el comienzo se ve que el repertorio está aprendido y asimilado de memoria y de corazón, pero no obstante, uno siente que a algunos de los cortes les falta ese pellizco, ese punto de emoción, riesgo y tensión en su límite, que hace que pocas grabaciones sean excepcionales, al margen de la calidad de sus intérpretes.
Hay que destacar la encomiable colaboración de David Mayoral cuyas intervenciones abren y cierran el disco con gran fortuna, haciendo gala como decía anteriormente de un sonido de gran calidad pero quizás «sobreproducido» en el estudio.
En resumidas cuentas se trata de un registro cuyo contenido presenta un gran interés, no solo por la promoción de un repertorio que todavía no ha sido descubierto por el gran público, sino por el rigor, originalidad y belleza con el que ha sido interpretado.
Jerónimo Summers
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