Fiesta barroca para los sentidos
Granada Hoy | 3 julio 2018
Farsa, sátira, tragedia y comedia en la noche francesa: así presentaba su espectáculo Les Scaramouches el conjunto Forma Antiqva, que este año es el encargado de rendir homenaje a François Couperin en el 350 aniversario de su nacimiento. El músico francés, uno de los compositores más renombrados de la Francia del Rey Sol, estuvo representado por medio de sus Concerts Royaux, cuyos números se intercalaron en el programa. Junto a la música de Couperin se interpretaron otras piezas de autores franceses coetáneos, tales como Jean Baptiste Lully, Jean Marie Leclair, Marin Marais o Michel Corrette.
Pero el concierto de Forma Antiqva fue mucho más que una sucesión de obras del barroco francés. Aarón Zapico ideó un espectáculo-pantomima en el que las piezas musicales, exquisitamente escogidas, se engarzan por medio de textos cuidadosamente seleccionados por Natalia Huarte, la actriz-narradora que nos transportó al ambiente cortesano de Versalles en los que un día sonaron las músicas de Couperin y sonaron los versos de la comédie française. En el escenario, una orquesta barroca en la que el núcleo central de cuerdas frotadas se apoya con dobles flautas, guitarra barroca, tiorba y percusión, dirigida desde el clave por Aarón Zapico.
AMBAS SE CONVIRTIERON EN DOS MUJERES PLETÓRICAS DE COMUNICACIÓN CON SUS CUERPOS Y MOVIMIENTOS
El buen gusto con que Forma Antiqva interpreta la música antigua se hizo evidente desde la primera pieza del programa, la obertura de Amadis de Lully; el attaca de la orquesta por indicación de Aarón Zapico fue preciso y empastado, muy en el estilo de la época. Cada nueva intervención en el programa obtuvo el tempo preciso y las dinámicas acertadas para el momento afectivo que pretendía representar, acorde con la narración de Natalia Huarte, que se dividió en tres escenas y un final.
La primera de las escenas tenía aire festivo, encerrando la complicidad y frivolidad que a menudo se nos representan como propias de la corte versallesca. Al respecto, la interpretación del Aria de faunos y dríades de Marais se intercaló magistralmente con varios movimientos de Couperin y con el Aria de las posturas de Scaramouche de Lully, quien cerró la sección con un solemne y alegre pasacalle.
La segunda escena, más reflexiva, se abría con la obertura de El burgués gentil hombre, también de Lully, sobre un parlamento de Molière en la voz de Natalia Huarte. Seguida de una sobrecogedora Zarabanda de Couperin, la escena se cerró con varios números de Alcyone de Marais. La delicadeza de Ruth Verona al violonchelo, glosada maravillosamente a la tiorba por Daniel Zapico en uno de estos fragmentos fue un momento álgido de la velada, con sublimes trazas de ornamentación muy en el estilo.
La tercera escena volvía al tono alegre inicial por medio de referencias a la fugacidad de la existencia humana y sus acciones. Iniciada por una oportuna interpretación de la obertura de Armide de Lully, en los distintos números destacaron por su interpretación Pablo Zapico a la guitarra española y las percusiones de David Mayoral, a menudo creadas por él mismo para este repertorio. La pantomima se cerró muy acertadamente con la conocida Marcha para una ceremonia turca de El burgués gentil hombre, que puso el broche de oro a una velada deliciosa.
La prodigiosamente preclara y precisa dirección de Aarón Zapico y la calidad de todo el conjunto instrumental, unido a la expresividad y naturalidad de la narradora Natalia Huarte, hicieron de este concierto una joya dentro del Festival: un guiño al repertorio barroco francés a través de la sabia relectura llevada a cabo por Forma Antiqva, un sello de calidad y modernidad que auguran nuevos y muy sugerentes tiempos en el Festival de Granada.
Gonzalo Roldán
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